Angel Escarpa /Rebelión /loquesomos | 01 abril 2007

No faltarán los comentarios ni los actos que recuerden pérdida tan importante, tanto para la clase trabajadora en particular y por la que apostó su propia vida, como para el mundo de las letras y de la cultura en general.
Como a la hora de acercarnos una figura de tan bastas dimensiones como la de Miguel Hernández no hay que darlo todo por conocido, sobre todo para los que se acercan por primera vez al poeta amado, haré una brevísima introducción biográfica del militante revolucionario y del hombre que alienta tras sus poemas.

Miguel Hernández nace en Orihuela (Alicante) un 30 de octubre de 1910. Cuarto hijo en el seno de una familia, cuyo padre -tratante de cabras- va a condicionar su vida, al menos su infancia y parte de su juventud.

Desde muy pequeño, Miguel tendrá que pastorear las cabras del padre por la cercana montaña que pone límite a esa catoliquísima y rica población, donde abundan las iglesias y los establecimientos religiosos, entre feraces huertas y un viejo palmeral. Esto, que limitara un tanto a Miguel a la hora de acceder a unos estudios superiores, no le impide leer y familiarizarse con las escasas lecturas que encuentra en tan cerrado entorno.

Garcilaso y San Juan de la Cruz serán por tanto sus libros de cabecera, y su lectura el origen de sus primeras composiciones poéticas, que le llevarán a buscar compañía en las tertulias de la panadería de Fenoll, donde conocerá a Ramón Sijé, al que, a su muerte en 1935, dedicara una elegía que, por sí misma, equivale a la bastedad de toda la obra de cualquier poeta ya consagrado.

Fruto de los encuentros literarios que mantiene con aquellos amigos de la tahona del vecino y amigo Fenoll son los poemas que empiezan a aparecer en la revista El gallo Crisis.

En 1931 viaja por primera vez a Madrid, donde, al no encontrar apoyo ni comprensión, debido en parte a que su breve obra no interesa a nadie, permanece un breve lapso de tiempo, el suficiente quizá para darse cuenta de allí aún no hay sitio para él. De regreso a Orihuela, (mayo 1932) tras un accidentado viaje por carecer de medios económicos para costearse el viaje, prosigue con el pastoreo y la creación poética.

Ese mismo año, costeada por el canónigo de la catedral de Orihuela, sale a la luz la primera edición de Perito en lunas, con 300 ejemplares, poemario que recrea su más primitiva obra y que con el correr de los años será rebasada por la evolución política del poeta y por los acontecimientos que están por venir. El libro no tiene apenas eco en el mundillo literario, por lo que Miguel busca consuelo en Federico G. Lorca y en Juan Ramón Jiménez, quienes le habían sido presentados poco tiempo antes. A éste le siguen Quién te ha visto y quién te ve , autosacramental de1934, El silbo vulnerado, poemario también que ya desemboca en el poeta que se anuncia y que le acerca a Alberto Sánchez y a Maruja Mallo y a la escuela de Vallecas.

En 1934 Miguel, animado por la edición de sus primeros libros, se presenta de nuevo en Madrid. Este es el año en que conoce a Neruda y a Vicente Aleixandre. Termina El torero más valiente, pieza dramática que no logra ver representada. Formaliza su relación con Josefina Manresa. Inicia la pieza teatral Los hijos de la piedra.

Quizás no sea el mejor teatro que de él cabía esperar, pero, Los hijos de la piedra, inspirada en los sucesos de Asturias en 1934, será el teatro que, unido a la obra de La rosa blindada, de Raúl González Tuñón, ensalzará la Revolución de Asturias

En 1935 empieza a trabajar para José María de Cosío y su obra Los toros en la editorial Espasa. Regresa a Orihuela. Recibe carta de Neruda, que le invita a regresar para colaborar con él. Regresa a Madrid y así mismo colabora con Neruda en El caballo verde para la Poesía , donde publica algunos de sus más bellos y combativos poemas

El regreso de Miguel Hernández a Madrid va a suponer la ruptura con aquel pequeño mundo de Orihuela y sus esencias católico- fascistas. Prueba de ello será El labrador de más aire, obra de teatro donde ya se rebela como un autor preocupado por los problemas del campesinado en los días previos a la ya inminente guerra, aunque aún arrastre influencias de sus primitivas lecturas de los clásicos poetas del catolicismo.

En 1936, estalla la rebelión militar y se intensifica su actividad política y la colaboración literaria con El Mono Azul de Rafael Alberi y María Teresa León, lo que le permite el contacto con ese gran colectivo de la generación del 27 que le va a incorporar a la de 1936 por derecho propio. Colabora en la revista Cruz y raya, de José Bergamín. En septiembre de ese año sale para Madrid, donde se incorpora al 5º Regimiento. A finales de septiembre se encuentra en Cubas cavando trincheras y participa en los combates del frente de Madrid, en Valdemoro, Pozuelo, Alcalá, Ciudad Lineal, Majadahonda…a las órdenes de Valentín González, El campesino. Pablo de la Torriente Brau le capta como jefe del departamento de cultura, según el cubano relata en su libro Peleando en España con los milicianos

A la muerte de Pablo de la Torriente, en el frente de Majadahonda el 9 de enero de 1937, Miguel le dedicará su

Febrero de 1937: Miguel se desplaza a Andalucía para incorporarse al Altavoz del Frente Sur, a las órdenes de Vittorio Vidali, con quién colabora también, en Castro del Río, en la elaboración de propaganda para el campo enemigo.

En Frente Sur empiezan a aparecer algunos de los poemas que en breve conformarán el libro Viento del pueblo , que verá la luz ese mismo año . Le siguen una serie de reportajes en los que él es testigo presencial, tales como el asedio y posterior rendición de la fuerza de la Guardia Civil que ocupara el Santuario de la Cabeza. Aparece publicado su Teatro en la guerra : cuatro breves piezas de teatro de propaganda al servicio de la República.

Tras un breve permiso en Cox, participa en julio en el IIº Congreso de Intelectuales en Defensa de la Cultura, en Valencia, para, más tarde, y pasando por Paris y Estocolmo, marchar a Moscú, donde asiste al Vº Festival de Teatro que allí se celebra.

En diciembre de ese año nace su primer hijo. En abril termina El pastor de la muerte, con el que obtiene un premio de 3000 pesetas en el Concurso Nacional de Literatura.

Es octubre de 1938 y muere su hijo, Manuel Ramón.

1939 se inaugura, para Miguel, con el nacimiento de un nuevo hijo: Manuel Miguel. El final de la guerra da al traste con la edición, ya en imprenta, de El hombre acecha.

Cancionero y romancero de ausencias , sus últimas composiciones entre 1938-1939, parte de ellas fruto de su permanencia en prisión, no verán la luz en vida del poeta.

En abril de 1939, ya derrotado el Ejército Republicano, Miguel Hernández se traslada a Sevilla, de donde, al no encontrar apoyo, parte para la frontera hispano-portuguesa. Intenta trasponer esta pero es detenido por las autoridades portuguesas en Moura, para ser devuelto a los franquistas en Rosal de la Frontera el 4 de mayo. Conducido a Huelva, es confinado en Sevilla para su posterior traslado a la cárcel madrileña de Torrijos. Allí, más tarde, es puesto en libertad. Marcha a Orihuela para reunirse con los suyos en la confianza de que ya nada malo ha de ocurrirle cuando, a instancias de un vecino, es detenido y encarcelado en el seminario del pueblo. El 3 de diciembre es trasladado a la madrileña prisión del conde de Toreno. Allí se encuentra con Antonio Buero Vallejo, quien le hace el famoso dibujo que ha corrido de mano en mano en forma de cártel y en diversas cubiertas de sus libros.

El dieciocho de enero de 1940 Miguel es juzgado, en compañía de otros veintinueve encausados, por el delito de rebelión militar y por pertenecer al Partido Comunista. Al igual que la mitad de los otros veintinueve hombres que le acompañan en el juicio sumarísimo, que no dura más allá de hora y media, según testimonio de los que sobrevivieron, es condenado a muerte. La mayoría de los condenados son ejecutados en el primer semestre.

El 23 de septiembre ingresa en la prisión de Palencia, donde el hambre y el frío minan la salud del poeta.

El veinticuatro de noviembre de 1940 Miguel es trasladado al penal de Ocaña, pasando por Yeserías

.El 28 de junio del 41 es trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante, donde ya puede recibir la visita de los suyos, pero, también, donde la enfermedad mina su organismo. La única posibilidad de salvarle es trasladarle al sanatorio antituberculoso de Porta Coeli, en Valencia pero la autorización para su traslado no llegará a tiempo.

El veintiocho de marzo de 1942, los compañeros de celda, ya fallecido el poeta, intentan inútilmente cerrarle los ojos. El sacrificio se ha consumado.

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