Elisa Serna | 26 julio 2006
Quedan cuarenta y ocho horas para que el Consejo de Ministros, presidido por José Luís Rodríguez Zapatero y Maria Teresa Fernández de la Vega, decida la amplitud de la “extensión de derechos” que a partir del próximo viernes disfrutaremos los represaliádos de la Dictadura o familiares de “paseados”, “sacados”, sometidos a trabajos forzados en Campos de Concentración o juzgados por los diferentes Tribunales creados por los fascistas españoles, desde el 18 de Julio de 1936:
Repasemos la creatividad represora del franquismo: la Causa General, el Tribunal de Responsabilidades Políticas, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, El tribunal de Orden Público, la ley de Peligrosidad social, la ley de Fugas, la Direccion General de Seguridad, la Brigada de Investigación Social, etc. etc. etc.
Y ¿qué era aquello que tanto había que castigar? Pués nada más y nada menos que la expresión de la conciencia libre de cada uno. Algo que visto con la perspectiva que da el tiempo y en su desarrollo epopéyico colectivo, constituye en Institutos y Universidades de todo el mundo, un ejemplo, hasta el punto que podríamos considerar la epopeya de los defensores de la II República como un tesoro; algo que hoy empieza a denominarse como Patrimonio Intangible de la Humanidad, como los Fueros de Sepúlveda, por ejemplo. Y es que la conciencia libre de cada uno puede provocar cosas tan peligrosas como lo fue la Revolución Francesa. Un ejemplo malísimo diría Rouco Varela o Cañizares, para la juventud española.
Por tanto la “ampliación de derechos” que parece sustituirá a la ley de memoria histórica, no puede ladear, como se hizo hace treinta años, la anulación de todos los juicios desarrollados por quienes aplastaron ese Patrimonio Intangible de la Humanidad, la conciencia libre y organizada socialmente según afinidades que se manifestó en nuestra guerra civil, la dictadura militar o la Transición política.
El derecho constitucional de recibir Justicia debe ser ampliado con valor, sin miedo, con alegría, con brío, en el próximo Consejo de Ministros. No duden las y los señores ministros que los creadores de la satisfacción social que se derivará de todo ello, que los impulsores de los necesarios mecanismos de Justicia anti-Impunidad, que reclama la izquierda española, catalana, vasca o gallega, pasarán a la Historia con letras de oro ¿Qué más puede ambicionar un político de izquierdas como José Luís Rodríguez Zapatero?
Se dan las condiciones en el Congreso de los Diputados para ello. Rodríguez Zapatero y Fernández de la Vega deben tener el convencimiento absoluto de que amplíe el gobierno los derechos que amplíe, en el Consejo de Ministros del próximo viernes, el PP no votará jamás positivamente esa ley. Observamos la política in-cresccendo de obstaculización permanente a las alternativas del Gobierno y la regresión intelectual hasta el bloqueo en que se halla la cúpula del PP.
¿por qué no escucha el Gobierno, entonces, a sus aliados históricos naturales en la izquierda española, ¿por qué no atiende las recomendaciones del Consejo de Europa, Naciones Unidas, Amnistía Internacional, los Foros por la Memoria, la Asociación de expresos, los partidos de izquierda españoles y corta por lo sano la Impunidad de los fascistas españoles? Estoy segura de que si viviera Pablo Iglesias NO abría dudado.
Desde el punto de vista de la pedagogía pendiente: ¿Cómo podrán explicar los profesores que en este país, cuando se contuvernian las fuerzas más reaccionarias del mundo, banqueros, eclesiásticos, militares africanistas, falangistas, requetés, sacerdotes, mussolinis o hitlers contra un gobierno legítimo y el progreso intelectual de su población, se sabe encontrar por parte del Gobierno y el Congreso el momento justo para poner definitivamente las cosas en su sitio, para que la razón democrática juzgue pacíficamente, con la Constitución en la mano, como en Chile, por ejemplo, la agresividad patológica y los crímenes, fríos y calculados hasta la paralización por el terror, de la sinrazón fascista.
La Cátedra de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid tiene ya perfectamente documentados los acontecimientos de los años treinta del siglo pasado. Esos hechos dramáticos y muchos otros que nunca nos contarán los miles de milicianos que hicieron desaparecer. No sabemos ni su nombre, los hemos heredado como impotencia, como diferencia-española, como secretos, como culpabilidad de- no- se- sabe- qué, como cállate -chica -que –hay- ropa- tendida, como no-somos-nadie, en la conciencia los familiares y los supervivientes de la guerra civil, la dictadura militar y la transición, en un transfer envenenado, generación tras generación. Y así han pasado setenta años.
Ninguna de esos hechos pueden quedar en la Impunidad sin producir un gravísimo quebranto en la credibilidad y el deber de auxílio , que reclama esa parte de la ciudadanía afectada, que se nos va muriendo día a día, en un goteo doloroso. Con cada uno de ellos se va un trozo de nuestra historia. Un trozo de Patrimonio Intangible de la Humanidad.
Pablo Iglesias hubiera anulado todos los juicios franquistas. Hubiera restablecido los derechos jurídicos y de conciencia, en la “ampliación” del próximo viernes. Me lo imagino cargando su pipa en los descansos del debate del próximo Consejo de Ministros, mientras recomienda la relectura del Cándido de Voltaire a sus compañeros de mesa y acaricia luego un pequeño compás de oro con la mano metida en el bolsillo izquierdo de su pantalón de pana.