Noticias aparecidas en prensa (2)


El 30 aniversario de la legalización del PCE, sigue teniendo repercusiones en la prensa, bien es verdad que no en todos los medios, pero importante, en este apartado se recoge la entrevista de Paco Frutos Secretario General de PCE, además de otras opiniones diversas en los distintos medios

VV.AA | 7 de abril de 2007

Secretaria de Comunicación del PCE / 07 abr 07

El PCE celebra el 30 aniversario de su legalización convencido de su proyecto
20 Minutos/EFE. 07.04.2007

•El sábado santo de 1977, conocido como el ‘Sábado Santo Rojo’ supuso la legalización del PCE.
•Este hecho supuso un gran impulso para la Transición.
•Pero también el principio del declive de la gran fuerza de oposición al franquismo.
•Ahora, integrados en la coalición Izquierda Unida, continúan defendiendo su proyecto.

El Partido Comunista de España celebra el XXX aniversario de su legalización como partido político, aquella jornada histórica conocida como el «Sábado Santo Rojo», el 9 de abril de 1977, convencido de la «plena vigencia» de su proyecto a pesar de que «España y el mundo han cambiado mucho» desde entonces.

Cuando en la dictadura se hablaba del PCE se hablaba del ‘partido’ porque no había otro
Tal y como recuerda en una entrevista con Efe el actual secretario general del PCE, Francisco Frutos, la legalización del partido, aquel Sábado Santo de 1977, con la mitad de los españoles de vacaciones o viendo procesiones, fue meramente «formal», ya que, en la práctica, el Partido Comunista llevaba trabajando desde hacía 40 años. «Cuando en la dictadura se hablaba del PCE se hablaba del ‘partido’ porque no había otro», subraya.

Legalización y declive
Tras la muerte de Franco y apenas unos meses antes de la legalización, en enero de 1977, los comunistas habían demostrado su capacidad de movilización con la respuesta cívica a la matanza de los abogados de Atocha, perpetrada por un grupo de extrema derecha. No obstante, la legalización del PCE supuso la piedra de toque de aquella incipiente democracia liderada por el Rey Juan Carlos y su presidente del Gobierno Adolfo Suárez.

Suárez defendió una política de integración de todas las fuerzas políticas y, para ello, se puso en contacto con los representantes de la oposición y apostó por la legalización del PCE de Santiago Carrillo, quien se vio obligado a entrar clandestinamente en España camuflado bajo su famosa peluca. Carrillo, que había sido detenido en Madrid el 22 de diciembre del 76 y puesto en libertad ocho días más tarde, ofreció su apoyo a Suárez y, tras difíciles negociaciones, acordaron la legalización del PCE.

La luchas entre «renovadores» y «prosoviéticos» y la debacle electoral de 1982 precipitaron la caída de Carrillo. Pese a todo, y de forma paradójica, la legalización del PCE supuso al mismo tiempo su declive político y electoral tras casi 40 años de militancia clandestina.
Las luchas entre «renovadores» y «prosoviéticos» y la debacle electoral de 1982 precipitó la caída del histórico secretario general Santiago Carrillo y la integración del PCE en una nueva formación, Izquierda Unida, en la que continúa, en medio de las crecientes diferencias internas y los constantes cruces de reproches mutuos.
Izquierda Unida

A pesar de que el proyecto comunista se encuentra en buena parte «diluido» en IU, su secretario general, Francisco Frutos, considera plenamente vigente el «grueso ideológico, político y moral» del PCE a la hora de afrontar problemas de todos los tiempos como las guerras o la pobreza en el mundo.

Con la mirada puesta en aquel ‘sábado rojo’, en el que el PCE renunció a la reinstauración de la República en aras de una transición pacífica, Frutos no duda en censurar la decisión tomada por Santiago Carrillo.

El actual dirigente comunista comparte con Carrillo el que en aquellos momentos el PCE debía ser «prudente» y «no subirse al monte», pero, en su opinión, Carrillo tomó una decisión personal e innecesaria «con el pretexto y la excusa de que había rumor de sables y el peligro de un golpe de Estado».
«Nosotros no vamos a convertirnos en monárquicos ni hoy ni mañana ni nunca», advirtió Frutos, quien, de todos modos, reconoce el papel jugado por el Rey Juan Carlos y el ex presidente Adolfo Suárez.

Sin medias tintas, Frutos reivindica el objetivo de la III República y la recuperación de los valores cívicos republicanos, como la Memoria Histórica de los luchadores antifascistas, tal y como sucede -recuerda- en otros países europeos.
El secretario general del PCE aprovechó también para criticar a la actual dirección de IU, liderada por Gaspar Llamazares, y el «progresivo distanciamiento» entre su partido y la federación en la está integrado.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

El PCE marca registrada

Javier Ortiz
javierortiz.net
7 de abril de 2007/Rebelión

El 9 de abril se cumplirán 30 años de la problemática legalización del PCE. Problemática, ya para empezar, por lo que subraya el propio término: aquel día –en 1977 Sábado Santo, como mañana–, el PCE fue aceptado en la legalidad por quienes en aquel momento la detentaban, dicho sea en el verdadero sentido del verbo detentar («retener y ejercer ilegítimamente algún poder o cargo público», como bien precisa el DRAE).
Y el PCE aceptó que los albaceas testamentarios del franquismo lo sometieran a examen. Y se avino a pasar bajo esas horcas caudinas, pese a que eso significaba, de un lado, legitimar la autoridad de quienes se arrogaban el derecho de otorgar o negar a los demás patentes de ortodoxia democrática, y del otro, transigir con el hecho de que aún quedaran en la ilegalidad otras organizaciones políticas antifranquistas.
A algunos no nos sorprendió lo más mínimo.
Era coherente con la posición que Santiago Carrillo y sus más próximos venían manteniendo desde hacía años, pero muy destacadamente desde 1976. Aunque su aceptación de la Monarquía –es decir, del Rey designado por Franco para sucederle en la Jefatura del Estado– no se produjera formalmente hasta el 14 de abril ( sic! ), Carrillo ya había hecho saber a Suárez que estaba dispuesto a respaldar el proceso de reforma del Régimen, renunciado a la ruptura que había defendido formalmente en los inicios de la Transición. Suárez sabía que podía creerle: había constatado los esfuerzos hechos por Carrillo para moderar la movilización popular, sin la cual la estrategia rupturista resultaba insostenible.

Aunque en un primer momento no se apreciara, la sucesión de renuncias que caracterizó la línea política seguida en aquellos años por la dirección del PCE introdujo en sus filas un germen de desmoralización y de derrotismo que lo empujaría hacia la pendiente de su autodestrucción, frenada casi in extremis por la corriente que pondría en marcha Julio Anguita más de una década después (*). La base militante y social del PCE, disciplinada como ninguna otra, aceptó resignadamente las consignas desmovilizadoras y conformistas de Carrillo, pero muchos no las sintieron nunca como propias.
¿Qué hubiera podido suceder si el PCE hubiera asumido una política más audaz, menos acomodaticia? Es imposible saberlo.

En el seno del propio PCE hay en marcha actualmente un interesante debate sobre el papel que jugó su partido en la Transición. Tengo para mí que con aquellos protagonistas difícilmente hubiera podido representarse un drama muy diferente. Pero no me cabe duda de que las supuestas astucias y zorrerías que propició entonces Carrillo –tan festejadas aún hoy por la derecha, y con razón– contribuyeron en no poca medida a que la política española sea la que es desde hace 25 años, y a que la izquierda no neoliberal y no atlantista juegue desde entonces un papel muy limitado, a menudo casi testimonial.

¿Que de todos modos el PCE iba a acabar en las mismas, porque era el signo de los tiempos? Tal vez. Pero no es lo mismo intentar algo y no lograrlo que renunciar a ello de antemano.
__________

(*) Aunque los resultados electorales sean sólo un indicador entre varios posibles, vale la pena recordar que en las elecciones de 1986, Izquierda Unida, con el PCE como principalísimo baluarte, se quedó en el 4,63% de los votos. En 1989, tras llegar Anguita a la Secretaría General y ser elegido coordinador general de IU, duplicó el porcentaje de los votos obtenidos, cifra que mejoró en las elecciones generales de 1993, y aún más en las de 1996, en las que obtuvo 2.639.774 votos (el 10,54% del total). En otras elecciones superó ese porcentaje.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

El PCE celebra el 30 aniversario de su legalización con un proyecto que mantiene su vigencia

AGENCIAS/TELECINCO
7 de abril de 2007

El secretario general de los comunistas españoles, Francisco Frutos, 30 años después de la legalización del PCE, considera plenamente vigente el «grueso ideológico, político y moral» de su partido a la hora de afrontar problemas de todos los tiempos como las guerras o la pobreza.
Así recuerda Frutos la legalización del partido, aquel Sábado Santo de 1977, con la mitad de los españoles de vacaciones o viendo procesiones, una legalización meramente «formal» , porque en la práctica el Partido Comunista llevaba trabajando desde hacía 40 años.

El actual secretario general del PCE ha subrayado que «cuando en la dictadura se hablaba del PCE se hablaba del ‘partido’ porque no había otro». Los comunistas demostraron su capacidad de movilización con la respuesta cívica a la matanza de los abogados de Atocha, perpetrada por un grupo de extrema derecha.

Sin embargo, no fue hasta la legalización del PCE que la incipiente democracia española, liderada por el Rey Juan Carlos y su presidente del Gobierno Adolfo Suárez, cobró un nuevo sentido.

Suárez defendió la integración de todas las fuerzas políticas y apostó por la legalización del PCE de Santiago Carrillo, quien tuvo que entrar clandestinamente en España camuflado bajo su famosa peluca.

Carrillo, que había sido detenido en Madrid el 22 de diciembre del 76 y puesto en libertad ocho días más tarde, ofreció su apoyo a Suárez y, tras difíciles negociaciones acordaron la legalización del PCE el 9 de abril, en plena Semana Santa, y un mes después de ser aprobada la amnistía para los presos políticos.

La legalización del PCE, paradójicamente, supuso al mismo tiempo su declive político y electoral tras casi 40 años de militancia clandestina.

La luchas entre «renovadores» y «prosoviéticos» y la debacle electoral de 1982 precipitó la caída del histórico secretario general Santiago Carrillo y la integración del PCE en una nueva formación, Izquierda Unida, en la que continúa, en medio de las crecientes diferencias internas y los constantes cruces de reproches mutuos.

El secretario general del PCE ha aprovechado también para criticar a la actual dirección de IU, liderada por Gaspar Llamazares, y el «progresivo distanciamiento» entre su partido y la federación en la está integrado.

Para Frutos, hay dirigentes de IU que se han formado en el Partido Comunista y que «después, cuando están en IU tienden a liquidar» al PCE por «cuestiones personales».

Sobre la actualidad española, el líder del PCE ha lamentado que la clase política «gaste el 80 por ciento de las energías en adivinar el sexo de España» o en hablar del problema del terrorismo, sin abordar los problemas reales que afectan a los ciudadanos.

En ese sentido, Frutos ha abogado, 30 años después de la legalización del PCE por un mejoramiento de la participación democrática en la vida política española, así como por la recuperación de los verdaderos valores de la izquierda.ZA

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

PCE-aniversario 07-04-2007
TTERRA ACTULIDAD/AGENCIAS

El PCE celebra los 30 años de su legalización convencido de la plena vigencia de su proyecto
El Partido Comunista de España celebra el XXX aniversario de su legalización como partido político, aquella jornada histórica conocida como el ‘Sábado Santo Rojo’, el 9 de abril de 1977, convencido de la ‘plena vigencia’ de su proyecto a pesar de que ‘España y el mundo han cambiado mucho’ desde entonces.

Tal y como recuerda en una entrevista con Efe el actual secretario general del PCE, Francisco Frutos, la legalización del partido, aquel Sábado Santo de 1977, con la mitad de los españoles de vacaciones o viendo procesiones, fue meramente ‘formal’, ya que, en la práctica, el Partido Comunista llevaba trabajando desde hacía 40 años.

‘Cuando en la dictadura se hablaba del PCE se hablaba del ‘partido’ porque no había otro’, subraya.

Tras la muerte de Franco y apenas unos meses antes de la legalización, en enero de 1977, los comunistas habían demostrado su capacidad de movilización con la respuesta cívica a la matanza de los abogados de Atocha, perpetrada por un grupo de extrema derecha.

No obstante, la legalización del PCE supuso la piedra de toque de aquella incipiente democracia liderada por el Rey Juan Carlos y su presidente del Gobierno Adolfo Suárez.

Suárez defendió una política de integración de todas las fuerzas políticas y, para ello, se puso en contacto con los representantes de la oposición y apostó por la legalización del PCE de Santiago Carrillo, quien se vio obligado a entrar clandestinamente en España camuflado bajo su famosa peluca.

Carrillo, que había sido detenido en Madrid el 22 de diciembre del 76 y puesto en libertad ocho días más tarde, ofreció su apoyo a Suárez y, tras difíciles negociaciones, en que ambos se dejaron algunos pelos en la gatera, acordaron la legalización del PCE el 9 de abril, en plena Semana Santa, y un mes después de ser aprobada la amnistía para los presos políticos.

Pese a todo, y de forma paradójica, la legalización del PCE supuso al mismo tiempo su declive político y electoral tras casi 40 años de militancia clandestina.

La luchas entre ‘renovadores’ y ‘prosoviéticos’ y la debacle electoral de 1982 precipitó la caída del histórico secretario general Santiago Carrillo y la integración del PCE en una nueva formación, Izquierda Unida, en la que continúa, en medio de las crecientes diferencias internas y los constantes cruces de reproches mutuos.

A pesar de que el proyecto comunista se encuentra en buena parte ‘diluido’ en IU, su secretario general, Francisco Frutos, considera plenamente vigente el ‘grueso ideológico, político y moral’ del PCE a la hora de afrontar problemas de todos los tiempos como las guerras o la pobreza en el mundo.

Con la mirada puesta en aquel ‘sábado rojo’, en el que el PCE renunció a la reinstauración de la República en aras de una transición pacífica, Frutos no duda en censurar la decisión tomada por Santiago Carrillo.

El actual dirigente comunista comparte con Carrillo el que en aquellos momentos el PCE debía ser ‘prudente’ y ‘no subirse al monte’, pero, en su opinión, Carrillo tomó una decisión personal e innecesaria ‘con el pretexto y la excusa de que había rumor de sables y el peligro de un golpe de Estado’.

‘Nosotros no vamos a convertirnos en monárquicos ni hoy ni mañana ni nunca’, advirtió Frutos, quien, de todos modos, reconoce el papel jugado por el Rey Juan Carlos y el ex presidente Adolfo Suárez.

Sin medias tintas, Frutos reivindica el objetivo de la III República y la recuperación de los valores cívicos republicanos, como la Memoria Histórica de los luchadores antifascistas, tal y como sucede -recuerda- en otros países europeos.

El secretario general del PCE aprovechó también para criticar a la actual dirección de IU, liderada por Gaspar Llamazares, y el ‘progresivo distanciamiento’ entre su partido y la federación en la está integrado.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

TREINTA ANIVERSARIO DEL SÁBADO SANTO ROJO: EL MINISTRO QUE LEGALIZÓ EL PCE

Martín Villa destaca la «credibilidad de partido serio» del PCE de Carrillo y la «buena relación» que les une

Al evocar el llamado Sábado Santo Rojo de 1977, en el que, como ministro franquista de la Gobernación, promulgó la Orden de legalización del PCE, el hoy presidente de Sogecable-PRISA destaca la «credibilidad de partido serio» de la organización comunista que dirigía en aquel entonces Santiago Carrillo, consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid durante los asesinatos en masa de Paracuellos y Torrejón, entre el 7 de noviembre y el 8 de diciembre de 1936.

LD (Efe) Rodolfo Martín Villa, ministro de la Gobernación en 1977 y autor de la resolución que legalizó al PCE ese año, echa de menos, 30 años después de aquel momento clave para la Transición, que en la vida política no exista aquella «complicidad» entre gentes tan distintas que supieron «encontrarse en lo fundamental».

En una entrevista con la agencia oficialista Efe, el actual presidente de Sogecable-PRISA repasó los momentos más difíciles de aquella decisión, las reticencias del Ejército a la misma, algunas anécdotas del momento o la buena relación que, desde entonces, mantiene con el que fuera secretario general del PCE, Santiago Carrillo.

Tras la muerte de Franco en 1975 en España, recuerda Martín Villa, se había abierto un proceso hacia las libertades políticas y ciudadanas que hacía «imposible pensar en un régimen de libertades sin el Partido Comunista en el juego político».

La capacidad de movilización del PCE quedó de relieve en enero de 1977 con la respuesta pública a la matanza de los abogados laboralistas de Atocha.

Martín Villa asegura que «la reacción» del PCE tras este hecho sirvió para «dale una credibilidad de partido serio» lo que contribuyó, «no poco», a que la decisión política de legalizar al Partido Comunista se hiciera realidad meses después, el 9 de abril de 1977.

Recuerda que «se dice» que el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, había prometido a la cúpula militar, reunida a primeros de septiembre, que no habría legalización del PCE, algo que el entonces ministro de la Gobernación no acaba de creer.

«En aquellos días yo despaché con él y me habló de algunas encuestas de opinión que eran muy favorables a que se resolviera ese tema y se resolviera positivamente», relata Martín Villa.

Las conversaciones «previas» que hubo entre Suárez y Carrillo «también colaboraron» en la línea de adoptar lo que fue «una decisión política».

Por ello, porque se trataba de una decisión política, era el Gobierno quien debía adoptarla y no el Tribunal Supremo, protagonista del «momento más difícil» de la legalización.

La sala correspondiente del alto tribunal «devolvió al Ministerio de la Gobernación» el expediente del PCE porque era el que «tenía la competencia para el registro de los partidos políticos».

«La verdad es que mirado con perspectiva, el Supremo tenía toda la razón, la decisión era política y por tanto tenía que tomarla el Gobierno y no el Tribunal, y eso fue lo que con algunas colaboraciones se logró en los últimos días previos a la legalización».

El sábado santo de 1977 fue el día de la legalización del Partido Comunista. Las «prisas de ese día y el nerviosismo» hacen que en el Ministerio de la Gobernación se olviden de algo.

Recuerda Martín Villa que pasados bastantes años, en 1984, escribió un libro sobre la Transición –titulado Al servicio del Estado– y que la editorial le pidió el texto de la resolución por la que se ordena la inscripción en el registro de asociaciones políticas del PCE, para incluirlo como contraportada.

La Orden estaba sin firmar

«Fui al ministerio del Interior -ministerio de la Gobernación en 1977- y hablé con el ministro (José) Barrionuevo para pedirle una fotocopia».

«Hombre, no hay ningún problema, que bajen el expediente», respondió -–egún cuenta ahora Martín Villa– Barrionuevo, quien descubrió, junto al autor del documento, que éste estaba sin firmar.

«Lo firmé en el momento y sirvió para la fotocopia», explica el actual presidente de Sogecable, quien relata así como uno de los papeles claves de la Transición fue firmado «siete años largos después».

Además de anécdotas, aquellos años han dejado a Martín Villa una relación fluida y continuada –»discrepancias políticas aparte»– con Santiago Carrillo, que comenzó en la primavera de hace 30 años.

«Recuerdo que la primera vez que vi a Santiago Carrillo fue en un almuerzo en algún restaurante cerca del ministerio de la Gobernación propiciado por Juan Rosón, Gobernador civil de Madrid, y desde entonces tuvimos una relación personal que seguimos manteniendo», rememora el entonces miembro del Gobierno.

Con la vista puesta en la situación política que vive España, Martín Villa afirma que «echa de menos» esa «especie de complicidad que hubo en la Transición entre gentes, muy distintas personalmente e ideológicamente».

El llamado consenso, o «esa especie de encontrarnos en lo fundamental» falta, a su juicio, en la vida política española, sobre todo en dos o tres cuestiones fundamentales.

El problema autonómico, el terrorismo, las relaciones exteriores y la defensa son, para quien firmó uno de los papeles decisivos de la Transición, asuntos que reclaman esa «complicidad y consenso», cuya ausencia hace a Martín Villa «echar de menos a las personas» que protagonizaron decisiones como las que el 9 de abril se conmemora.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

LA OPINION DE MURCIA
07/04/2007 JOSE Cobos Ruiz

Como hoy, también era Sábado Santo, si bien no 7, sino día 9 de abril de 1977. Aquel día, hace ahora litúrgicamente treinta años, cuando ya se había legalizado al PSOE y demás fuerzas políticas democráticas, fue la fecha escogida por el Gobierno de Adolfo Suárez para hacerlo con el Partido Comunista de España, con no pocas tensiones y con mucho ruido de sables. El Ministerio de la Gobernación, en procedimiento instruido por cumplimiento de la sentencia dictada en primero de abril de aquel mismo año y a la vista del dictamen del Fiscal del Reino, «ha tenido a bien disponer que se deja sin efecto la suspensión de la inscripción en el Registro de Asociaciones Públicas la denominación Partido Comunista de España (PCE), suspensión acordada con fecha de 22 de febrero del corriente año, y que se proceda a la inscripción en el referido Registro de la citada asociación. Madrid, 9 de abril de 1977».
Esa fue parte de la lacónica noticia que, a pesar de ser esperada por muchos, no dejó de producirnos a todos una enorme satisfacción, sobre todo a los millones de trabajadores y demócratas de toda España. La pena es que no alcanzara la medida a cuanto se movía a la izquierda del PCE y que habría de concurrir en coaliciones electorales a los comicios. De cualquier forma, el gesto fue de agradecer por dar credibilidad y fortaleza al proceso iniciado. Sin duda, fue un paso inteligente del presidente y más al haberse acordado aquella, entre Adolfo Suárez y Santiago Carrillo , en la reunión secreta del mes de febrero, que ambos mantuvieron en el chalet de Aravaca. La entrevista, de seis horas largas de duración, debió de ser sumamente interesante, según supimos un año más tarde por el propio líder comunista. Entre ellos debió haber mucha química y menos mal que la reunión no trascendió y se filtró a nadie, porque si no hubiera puesto en peligro tan histórico acontecimiento, al que como era de suponer se oponía el alto mando del Ejército.

Se vivía por aquel entonces un momento difícil y, desde el mes de enero, la oposición ya venía interesándose por el articulado de la ley que habría de regir en la convocatoria electoral de junio. De igual modo, desde esa misma fecha, se pedía la disolución del TOP, del Movimiento Nacional y de la propia Organización Sindical. Por ello, está claro que la desaparición del partido único franquista y la legalización del PCE, y dos días después la del PSUC, significó en aquel Sábado de Gloria un hito fundamental en la legitimación de la convocatoria electoral. Aunque hubo quienes, como Fraga Iribarne , la tildaran de «verdadero golpe de Estado», acarreando la misma la inmediata dimisión del almirante Pita da Veiga , por entonces ministro de Marina. Aquellos días sí que fueron claves para cuanto después vino, si bien desde mucho tiempo antes el propio Carrillo venía manteniendo entrevistas hasta que fue detenido en diciembre del año anterior de forma humillante y vejatoria. De ahí que la reunión de febrero con Suárez fuera vital para clarificar y desmitificar en nuestro país el tema del comunismo. Felipe González no se opuso a la medida, si bien hizo cuanto estuvo en sus manos para que la organización a su izquierda no tomara aquí la fortaleza que había alcanzado en otros países como Italia.

Con su legalización, los comunistas dejaron de cuestionar la Monarquía, afirmando el propio Carrillo que no se hacía ya «porque el jefe de los reformistas no era otro que el propio D. Juan Carlos». Eso mismo se lo escuché yo decir a don Santiago, si bien no sabría concretar ahora con exactitud si fue aquí en Córdoba en alguna de las ocasiones en que hablé con él, o bien cuando ambos volvimos a coincidir, en noviembre de 2001, en el 20 aniversario de IS-PSOE, en las jornadas que tuvieron lugar en la sede de Ferraz. Lo que sí recuerdo es que a aquellas, a las que había acudido él con sumo placer, vino a decirnos algo acerca de la pervivencia del socialismo y de cómo se estaba librando en aquel mismo momento una importante batalla en la retaguardia. En el fondo, lo que se estaba sustanciando era si la izquierda continuaba o no siendo partidaria del socialismo, y veía en éste una solución viable para los problemas del mundo, o si por el contrario creíamos haber llegado ya a la conclusión de que el capitalismo, con unas u otras formas, era la última formación social de la Historia. Por ello, a los allí reunidos y a la coordinadora federal de la corriente socialista, nos mostró su apoyo y especial afecto.

Ahora, en esta Semana Mayor de 2007, no quiero dejar de recordar a quienes pudieron y supieron encarnar tan magno acontecimiento, tal y como fue la legalización del PCE. Un paso, sin duda, decisivo para que, entre otras cuestiones, pudieran volver a salir elegidas, en el mes de junio de ese mismo año de 1977, personas tan simbólicas del movimiento comunista y de la lucha del pueblo frente al fascismo, como Dolores Ibárruri , quien ya lo fuera también por Asturias en aquellas ya lejanas de febrero de 1936. Lo demás, es otra larga historia para contar en otro momento.
* Catedrático
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

PCE-aniversario 07-04-2007
TERRA ACTUALIDAD/EFE

Tamames alerta Constitución está ahora amenazada por ‘cenáculos’ soberanistas

El ex dirigente del PCE y ex diputado de IU Ramón Tamames alerta, en una entrevista con Efe, de que la Constitución Española de 1978 se encuentra ‘amenazada’ por las pretensiones soberanistas de determinados ‘cenáculos’ que, a su juicio, ‘se dedican a sacar el espantajo del independentismo’.

En declaraciones a Efe con motivo del 30 aniversario de la legalización del PCE, Tamames considera que, en esta estrategia política, el presidente de ERC, Josep Lluis Carod-Rovira, ‘se lleva la palma’, y se pregunta dónde estaba el líder de ERC durante la dictadura.

‘Critican el centralismo del Estado y no se dan cuenta de que tienen la mejor Constitución de Europa en lo que se refiere a la descentralización’ de las instituciones, recuerda.

No obstante, 30 años después del conocido como ‘Sábado Santo Rojo’, el ex dirigente del PCE reconoce que la situación política ‘no está tan mal’, y que la sociedad está ‘bastante tranquila’ a pesar de los ‘signos de crispación’ en las esferas políticas.

Con la mirada puesta en aquel 9 de abril de 1977, día de la legalización del PCE, Tamames deja claro que la ‘gran decisión’ la tomó el entonces presidente del Gobierno Adolfo Suárez, ‘bajo los auspicios’ del Rey Juan Carlos.

‘No cabe duda de que el Rey ya estaba en la idea mucho antes’, remarca Tamames, a quien le consta que el Monarca inició los primeros contactos con la dirección del PCE allá por 1972, cuando todavía era Príncipe de España y Franco aún vivía.

Para Tamames, la legalización del PCE liderada por Suárez fue una decisión ‘imprescindible y de gran coraje’ y la ‘consagración de la democracia’ en España y, por ello, afirma, ‘echamos mucho de menos a Adolfo y le deseamos lo mejor’.

Por contra, el catedrático de Estructura Económica destaca también el papel negativo que jugaron determinados partidos de izquierdas que pedían que se aplazase la legalización del PCE, en referencia al PSOE.

La decisión gubernamental, pactada con el entonces secretario general del PCE, Santiago Carrillo, también llevó consigo algunas concesiones, como la aceptación de la monarquía parlamentaria o la renuncia a la bandera republicana.

‘A mí, reconocer la bandera no me costó ningún trabajo, porque no era la bandera de Franco, sino la de Carlos III, uno de los mejores reyes que hemos tenido’, reconoce.

En cuanto a la monarquía, Tamames señala que el PCE aceptó que no se celebrara una consulta popular sobre la forma de Estado, aunque, al menos, el referéndum sobre la Constitución sirvió de ‘paliativo’.

Fuera de IU desde 1987 y tras abandonar la actividad política, el ex dirigente del PCE aprovecha también para criticar la situación ‘casi patética’ que vive la formación liderada por Gaspar Llamazares, que, en su opinión, no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos como sí ha hecho a su juicio, por ejemplo, la izquierda italiana.-

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad